lunes, 5 de diciembre de 2011

La leyenda de Santa Claus, el pequeño Nicolás

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La leyenda de Santa Claus, el pequeño Nicolás


El aire soplaba por todos los rincones del ártico polar y en una cabaña, resguardada del frio exterior, llora una pequeña, que tiene mucha calentura, es la pequeña Aída, Nicolás, se levanta porque sus padres le avisan que partirán de inmediato al centro del pueblo, para buscar a un doctor, tiene demasiada temperatura la niña, no hay tiempo que perder, entonces, el papa de Nicolás, le da su reloj y le dice, cuando llegue la manecilla grande a este lugar, estaremos de vuelta.
Pasó la noche, amaneció y aun no llegan sus padres y su hermanita, Nicolás se pregunta donde estará, como sea él se preparó de comer y esperó ansioso en la puerta de su casa, por sus padres.
Al día siguiente, tocan la puerta, lamentablemente no son sus padres, son unos hombres del pueblo, que vienen a dar una lamentable noticia, encontraron las huellas de ellos, se dirigían directo, donde había hielo quebradizo, cayeron al agua y se ahogaron. El niño había hecho un regalo de navidad para su hermanita, entonces fueron al lago y el niño dejó tristemente ese monito, que había hecho con sus propias manos.
El pequeño Nicolás, se había quedado huérfano y desamparado, que pasaría ahora con él, de inmediato, se hiso una junta del pueblo, donde todos asistieron, aunque las personas eran amables y muy dadivosas, desgraciadamente eran pobres, nadie podría tenerlo como un hijo mas, era imposible poder alimentar una boca nueva.
Entonces un hombre habló, que tal, si cada año, una familia cuida del niño, entonces para final de cada navidad, el niño tendría que cambiar de hogar, todos asumieron la responsabilidad, a fin de cuentas el niño era responsabilidad del pueblo, no podían dejarlo morir de hambre y aun peor de tristeza.
Como siempre hay alguien con un corazón duro y frio, de inmediato habló, porque no le echamos al agua, el pequeño rapaz, acabará con todas las previsiones del pueblo, por supuesto el niño asustado, corrió despavoridamente, pero solo era una cruel broma de este hombre.
La gente del pueblo estaba contenta, el pequeño Nicolás comenzó a vivir con una familia, era tan buen niño, que se encariñaron con él, el tiempo fue quitándole un poco la tristeza que había en su corazón, finalmente, conoció al primer amigo de su infancia, cuando le ayudó a aquel niño, a reparar su barquito de madera,  el tiempo paso y también después de todos estos días felices, llego navidad, el niño tenía que abandonar a esta familia, e ir con otra nueva que le esperaban con los brazos abiertos.
Nuevamente, había hecho unos juguetes de madera, para los niños donde el convivió, al final, antes de salir del hogar, dejo estos muñequitos en señal de agradecimiento y partió hacia el nuevo hogar.


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